Pasó casi cinco décadas condenado a la pena capital en Japón por un crimen que no cometió. Un tribunal lo absolvió esta semana.
Iwao Hakamada, de 88 años, fue absuelto este jueves en Japón tras pasar 47 años en prisión, considerado el reo que más tiempo ha permanecido en el corredor de la muerte en todo el mundo. El Tribunal de Shizuoka, en el suroeste de Tokio, dictaminó que las pruebas utilizadas en el caso de Hakamada fueron falsificadas.
Esto llevó a una sentencia injusta en su contra. El nuevo fallo, anunciado por el juez Koshi Kunii, llega después de que la justicia nipona ordenara la repetición del juicio en 2014, tras anular la sentencia original por dudas sobre la veracidad de las pruebas.
Hakamada fue condenado a la pena de muerte en 1968 por el asesinato de una familia, pero su absolución pone de manifiesto las graves irregularidades que rodearon su caso durante décadas. Este veredicto histórico ha sido recibido con gran emoción, tanto por su hermana Hideko como por los grupos civiles que lucharon durante años para demostrar su inocencia.
Interrogatorios inhumanos y pruebas fabricadas
La nueva sentencia revela una serie de irregularidades en la investigación del caso Hakamada. Entre ellas, se destaca el uso de métodos coercitivos durante los interrogatorios, que se extendieron por largas jornadas de 12 horas diarias durante 19 días. Hakamada, sometido a una presión psicológica y física considerable, confesó el crimen bajo circunstancias extremas, aunque siempre negó los hechos durante el juicio. El fallo dictado por el juez Kunii señala que la confesión fue obtenida mediante «sufrimiento mental y físico», lo que vulnera los derechos fundamentales del procesado.
Además, una de las pruebas clave contra el condenado, unas prendas de ropa supuestamente halladas 14 meses después del crimen, también fue cuestionada. Las prendas, que supuestamente tenían manchas de sangre y restos de ADN de Hakamada, fueron «fabricadas» por los investigadores, según la sentencia. Esta revelación deja en evidencia la mala praxis de las autoridades encargadas de la investigación.
La lucha por la justicia y el papel de los grupos civiles
Hakamada no acudió a la audiencia final de su nuevo juicio debido a su estado mental debilitado, después de haber pasado casi medio siglo en prisión. En su lugar, su hermana Hideko, quien ha sido su principal defensora a lo largo de estos años, asistió en su nombre. Al escuchar el veredicto, Hideko se mostró visiblemente emocionada, agradeciendo a los abogados y a los grupos civiles que nunca dejaron de luchar por la libertad de su hermano.
A las puertas del tribunal, decenas de personas de estos grupos civiles celebraron la absolución de Hakamada, una victoria que muchos creían imposible. Uno de los miembros de estos grupos, Toshiki Yamazaki, expresó su alivio y esperanza de que el fallo no sea apelado. Sin embargo, la fiscalía tiene dos semanas para presentar una apelación, por lo que la absolución aún no es definitiva.
Este caso no solo representa una victoria para Hakamada, sino que también pone en duda el sistema de justicia en Japón, especialmente en lo que se refiere a la pena de muerte. La absolución de Hakamada es la quinta de su tipo en el Japón de posguerra, un país que rara vez concede nuevos juicios a los condenados a muerte. Aunque el proceso ha sido largo y doloroso, el veredicto de este jueves devuelve, al menos en parte, la dignidad a un hombre que nunca dejó de proclamar su inocencia.
El futuro de Hakamada y su legado
Tras la sentencia, Iwao Hakamada enfrentará ahora la difícil tarea de reconstruir su vida, mientras sigue lidiando con las secuelas de haber pasado casi cinco décadas en prisión. A sus 88 años, su condición mental se vio gravemente afectada, lo que le ha impedido asistir a las audiencias de su propio juicio. Aun así, el Estado deberá compensarlo económicamente, aunque la cantidad exacta dependerá de si la fiscalía decide apelar o no el nuevo fallo.
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