Una fecha como hoy pero en 1813, se libraba una de las batallas más emocionantes y recordadas de la historia.
“Febo asoma, ya sus rayos iluminan el histórico convento” reza el comienzo de una de las marchas más emocionantes del legado argentino, que relata un enfrentamiento que allanó el camino a la tan anhelada independencia. El Combate de San Lorenzo transcurrió esta misma fecha pero de un caluroso verano de 1813 y que tuvo como protagonistas a célebres personajes que se consagraron como héroes del historial nacional.
El camino a la independencia: El Combate de San Lorenzo, un eslabón clave en la historia
En el derrotero de la independencia, fueron muchos los hitos que marcaron un avance y aceleraron la carrera por la misma. Una de estas marcas históricas fue el Combate de San Lorenzo, una batalla que se caracterizó por su corto tiempo en todas las instancias: un viaje a toda velocidad y un enfrentamiento que duró la cocción de una comida en el horno.
El combate de San Lorenzo se dio en respuesta al avance realista quienes apoyaban la continuidad de la supremacía española sobre los territorios americanos y quienes buscaban frustrar los intentos de emancipación de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta batalla fue liderada por un coronel un tanto extranjero y sospechoso, el General José de San Martín, recién llegado de la antipática España.
El Combate de San Lorenzo: un enfrentamiento lleno de detalles asombrosos
– Por aquellos principios del año 1813, la situación respecto al avance de las tropas españolas era crítica, sobre todo en el Litoral. El prematuro regimiento de Granaderos a Caballo dirigido por el célebre San Martín tenía la orden de dirigirse a esta zona para proteger a la población de los ataques enemigos. Sin embargo, el director se vio decepcionado en sus motivos cuando no pudo llegar a tiempo debido a una planeación desordenada. Pero este tropiezo no detuvo los afanes del libertador, quien en el momento en que se enteró que buques españoles habían anclado frente a San Lorenzo, a medio camino entre Zárate y Santa Fe como en la anterior ocasión, no dudó ni por un segundo. Para compensar su tardanza inicial, reinició el viaje con la caballería, pero a un paso mucho más acelerado, recorriendo desde Buenos Aires, 420 kilómetros en tan sólo cinco días en pleno calor de verano, con un promedio de 80 kilómetros por día. Así, se consagró esta marcha, nocturna debido a los calores extremos de verano que obligaban a hacerlo de noche, como la más rápida llevada adelante por una guarnición militar.
– La seriedad y el compromiso del General eran extenuantes. El dirigente de Granaderos a Caballo no tenía dobleces ni acordaba excepciones. Las normas disciplinarias de los Granaderos eran severas y un tribunal de honor juzgaba su acatamiento. Un oficial podía ser expulsado del cuerpo por cobardía en el campo de batalla, ser deshonesto, cometer injusticias con la tropa, asociarse con rangos inferiores, golpear a cualquier mujer, aparecer en público junto con prostitutas y beber en exceso.
– Quizás la premisa de este combate fue la rapidez. Así como su llegada a pie pareció una maratón de velocidad, el enfrentamiento estuvo signado por la misma tardanza. La batalla no duró más que quince minutos. Quizás, un trámite médico hubiera durado más que el célebre enfrentamiento, y esto se debió a las estrategias de batalla traídas por el flamante coronel, quien, en la vanguardia de los conocimientos bélicos europeos, decidió llevar a cabo una maniobra envolvente que resultó en la muerte de 40 españoles y sólo 14 criollos. «Y nuestros granaderos inscriben en la historia su página mejor», reza la cuarta estrofa de la Marcha compuesta por el maestro Silva y donde anuncia que las tropas independentistas argentinas se coronaron victoriosas.
– En cuanto a la quinta estrofa de la estimada Marcha, se menciona uno de los momentos más afamados y emocionantes de la historia de este combate. “Cabral, soldado heroico, su vida rinde, haciéndose inmortal”. Así escribe la historia de esta canción el momento de la postal en la que un heroico soldado correntino, Juan “el zambo” Bautista Cabral, entrega la vida por su líder. El patriota salvó a San Martín de una muerte segura, utilizando su cuerpo para amortizar la caída de un caballo que, sin su impedimento, se hubiera tomado la vida del apreciado líder. Sus últimas palabras que según escribe la historia fueron “Che, Capitán, hemos vencido” (“Che” significando “mí”), en realidad carecieron en esa elegancia y más bien pronunciaron: “Muero contento, porque cagamos a esos mierd..”/La Gaaceta