Fue el domingo 5 de octubre de 1975, durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón; un centenar de guerrilleros ingresó en el Regimiento de Infantería Monte 29 y se desataron violentos enfrentamientos; la operación incluyó el secuestro de un avión de Aerolíneas Argentinas
“Uno nace en una familia y en un segundo te atraviesa la tragedia y se derrumba todo”. El ingeniero Carlos Sanabria tenía siete años cuando su padre, el sargento primero Víctor Sanabria, fue sorprendido por el ingreso de un centenar de guerrilleros en el Regimiento de Infantería Monte 29, de Formosa, en la ofensiva más audaz y más trágica de Montoneros, a las cuatro de la tarde del domingo 5 de octubre de 1975. Hace 50 años, durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.

El violento ingreso al cuartel, facilitado por el soldado conscripto entregador Luis Roberto Mayol, fue el corolario de una minuciosa planificación, que incluyó el secuestro de un avión de pasajeros de Aerolíneas Argentinas y el copamiento del aeropuerto local El Pucú para garantizar la fuga de los guerrilleros, que llegaron a la estación aérea de Formosa luego del baño de sangre que habían producido en el regimiento, con 13 muertos para el Ejército y las fuerzas de seguridad y 16 atacantes fallecidos.
Entre las víctimas fatales estaban el sargento Sanabria y el conscripto Hermindo Luna, quien con su arma enfrentó a los guerrilleros, con el grito: “Acá no se rinde nadie, ¡mierdas!”. Recibió como respuesta una ráfaga de disparos. Había comenzado la Operación Primicia, así llamada porque constituía el bautismo de fuego de Montoneros en la toma de unidades militares, una modalidad que hasta ese momento empleaba el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

El año 1975 fue uno de los más violentos en la escena política argentina. El Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), creado en 2006 por la hoy vicepresidenta Victoria Villarruel, registra que las organizaciones guerrilleras cometieron ese año 713 atentados y colocaron 907 bombas. Dos meses después de la incursión de Montoneros en Formosa, el ERP, con el liderazgo de Mario Roberto Santucho, encaró la toma del Batallón de Monte Chingolo, que terminó en un duro fracaso con más de 60 guerrilleros muertos.
El periodista Ceferino Reato contó detalles del ataque al Regimiento de Infantería Monte 29 en su libro “Operación Primicia” y también se encuentran testimonios en el documental “Los valientes de Formosa”, de Sandro Rojas Filártiga. Como todos los años, el ataque al regimiento será recordado este domingo, a las 17.30, con un acto en el cuartel militar. El único orador, según se informó, será el jefe del Ejército, general de división Carlos Presti.
Muchos de los atacantes guerrilleros, que fallecieron durante los enfrentamientos en el cuartel, figuran como desaparecidos o como víctimas del terrorismo de Estado en el monumento del Parque de la Memoria de la ciudad de Buenos Aires. Por ejemplo, el soldado infiltrado Mayol, quien murió en un enfrentamiento en el intento de copamiento de la unidad y su cuerpo fue entregado a su familia.

Testimonios y recuerdos
“Es una fecha de mucha emoción, sensibilidad y dolor. A nosotros nos marcó para toda la vida”, compartió a LA NACION el hijo del sargento Sanabria. El suboficial fue ultimado por los guerrilleros de Montoneros a los 32 años, cuando ya le habían anticipado en el Ejército que a fines de 1975 iba a cambiar de destino, para ir a Comodoro Rivadavia.
Su hijo, el ingeniero Sanabria, especialista en producción animal, es hoy vicedecano de la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Nacional de Formosa, donde ejerce como profesor desde hace 22 años. En esa casa de estudios se realizó el viernes un acto por el aniversario del sangriento ataque.
“En Formosa siempre hubo un reconocimiento a los que dieron la vida por la democracia y las instituciones. Cada 5 de octubre se conmemora el ataque a un pueblo que vivía en paz. Toda la provincia sufrió la tragedia, no solo el Ejercito”, expresó Sanabria.

Gentileza Carlos Sanabria
Y aportó un dato que ayuda a entender la identificación de los formoseños con las víctimas de la cruenta ofensiva, especialmente en los barrios más postergados. “Los que atacaron el regimiento no eran pobres. Tenían preparación académica y formación universitaria. Lo hacían por cuestiones ideológicas”, apuntó Sanabria, quien trabajó muchos años para que la Universidad Nacional de Formosa hiciera un reconocimiento a la gesta del 5 de octubre.
“Hoy la historia está sobre la mesa. No hay forma de salir adelante si no terminamos con las divisiones. Hay que empezar a contar las cosas como fueron. Otros países estuvieron en peores situaciones y salieron adelante”, concluyó el ingeniero Sanabria en el diálogo con este diario.

Barrios vulnerables
La experiencia de la familia Luna es dolorosa por donde se la mire. La tarde en que Hermindo fue acribillado, su hermana Jovina cumplía 11 años y lo celebraba con sus padres y hermanos en Las Lomitas, a 306 kilómetros del regimiento.
Los padres –Jesús Esteban Luna y Secundina Vázquez- se enteraron al día siguiente, cuando su hijo mayor Remigio llegó a la casa con un telegrama del Ejército, que comunicaba la noticia. Miguel Luna, otro de los hijos, recuerda aún hoy parte del texto: “La patria pierde un soldado y la madre pierde un hijo”.
El cuerpo llegó tres días después, el miércoles, a cajón cerrado. “Mi hermana Jovina, que murió el 18 de junio de 2020, en plena pandemia, hizo incesantes reclamos en la Justicia para que se conociera la verdad completa”, dijo Miguel, jubilado como profesor de lengua y literatura y dos años mayor que ella, en una familia de 14 hermanos.
“Nuestros viejos murieron pidiendo justicia. Que fueran reconocidos como héroes de la patria. Que se contara la verdadera historia y no un relato que favorecía a los guerrilleros”, insistió Miguel Luna, convencido de que “no hay dolor tan grande como el olvido”. . Hoy solo una madre de los caídos queda con vida. Es la mamá de Marcelino Torales y tiene 94 años.

La toma y la fuga
Al igual que los periodistas Reato y Rojas Filártiga, el historiador militar Sebastián Miranda reconstruyó los momentos de tensión y violencia que se vivieron en el regimiento. “Montoneros estaba en pleno proceso de crecimiento. Quería apoderarse de armas y hacer una demostración de fuerza que evidenciara su capacidad”, explicó Miranda a LA NACION.
“Creían que iban a encontrar poca resistencia, en un regimiento alejado de los grandes centros urbanos”, consideró el historiador, quien resumió las principales tareas que se repartieron los guerrilleros. La planificación estratégica fue responsabilidad de Raúl Clemente Yaguer, integrante de la conducción nacional de Montoneros, y se organizaron siete pelotones, para asaltar los puestos de guardia y las distintas compañías del cuartel.
Se eligió realizar el ataque un domingo, por la menor cantidad de efectivos que se encontrarían en la unidad, e ingresar por la puerta 2, donde el conscripto Mayol distrajo a los soldados que cumplían la guardia. “Lo hicieron a las cuatro de la tarde para sincronizar la incursión con el secuestro del avión de Aerolíneas que iba a permitir la maniobra de escape.
El combate en el regimiento fue intenso. Se extendió por más de media hora, con las bajas del subteniente Rogelio Masaferro, el sargento primero Víctor Sanabria; los conscriptos Antonio Arrieta, José M. Coronel, Heriberto Dávalos, Hermindo Luna, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torales y Alberto Villalba y el agente de la Policía de Formosa cabo Argentino Alegre. Cayeron, además, 16 guerrilleros.
Se eligió realizar el ataque un domingo, por la menor cantidad de efectivos que se encontrarían en la unidad, e ingresar por la puerta 2, donde el conscripto Mayol distrajo a los soldados que cumplían la guardia. “Lo hicieron a las cuatro de la tarde para sincronizar la incursión con el secuestro del avión de Aerolíneas que iba a permitir la maniobra de escape.
El combate en el regimiento fue intenso. Se extendió por más de media hora, con las bajas del subteniente Rogelio Masaferro, el sargento primero Víctor Sanabria; los conscriptos Antonio Arrieta, José M. Coronel, Heriberto Dávalos, Hermindo Luna, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torales y Alberto Villalba y el agente de la Policía de Formosa cabo Argentino Alegre. Cayeron, además, 16 guerrilleros. / Por Mariano De Vedia /La Nación