Ya no hay vuelta atrás. Nuestro país está cruzado por inútiles, corruptos, improvisados, oportunistas y traidores a la Patria. Lo peor, es que cuando han presidido el país, se creyeron salvadores y nos han condenado. Los últimos traspiés judiciales en el exterior y las penalidades financieras que sobrevienen sobre la Argentina rota, oscurecen aún más el horizonte de una posible recuperación económica y postergan un futuro posible, deseable y necesario.
Mala praxis 1
Luego de 7 años de un proceso judicial en EEUU la jueza Loretta Preska, titular del tribunal del Distrito Sur de Manhattan, falló en el caso por la expropiación de YPF, dispuesta por Cristina Kirchner durante su segundo mandato en el año 2012, con la corresponsabilidad del actual Gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Por la decisión incorrecta de estatizar YPF el Estado argentino está condenado a pagar 20 mil millones de dólares.
Mala praxis 2
Argentina perdió el miércoles último una demanda en el Tribunal Superior de Londres sobre los pagos que cuatro hedge funds dijeron que se debían por valores en euros vinculados al Producto Interno Bruto (PBI) de Argentina en 2013, los “cupones PBI”.
El juez Simon Picken falló a favor de los cuatro fondos el miércoles, diciendo en un fallo escrito que Argentina debe pagar 1.330 millones de Euros por manipular estadísticas durante el gobierno de Cristina Fernández y su Ministro Axel Kicillof.
¿Sin culpables? ¿Sin responsables?
La clase política argentina en su conjunto debe responder expresamente sobre esta defraudación a la confianza y la moral pública, toda vez que no genera las herramientas necesarias para blindar al país y a la sociedad en su conjunto, de las acciones equivocadas que se toman desde el poder y luego, la condenada a pagar los errores de inútiles y corruptos, sea la propia Argentina, mientras los responsables gozan del blindaje necesarios para que nada los salpique y hasta vuelven a ser candidatos.
Estos malos antecedentes de quienes gobernaron o fueron funcionarios responsables de mala praxis, que hoy le cuestan a la sociedad argentina miles de millones de dólares, lo cual hipoteca generaciones futuras, debería ser un antecedentes suficientemente importante para que esos políticos seas proscriptos y no puedan continuar con su carrera, como ocurre actualmente.
Sin embargo, es obvio que ningún actor de la política nacional, oficialismo u oposición, está interesado en potenciar una ley al respecto, por cuanto no sabe cuándo le va a tocar a él, sostenerse de ese salvoconducto para zafar de sus acciones erradas o fraudulentas, que en algún momento pueda cometer en el ejercicio de un futuro cargo.
El sistema político nacional, en este caso como en el de tantos otros, actúa “por las dudas y en defensa propia”. Lo ideal, para terminar con esta casta de malos administradores de la cosa pública, sería que sean responsablemente solidarios por las decisiones que toman, cada vez que firman un contrato, que privatizan, que estatizan, que mienten con los números del INDEC o que endeudan al país como lo hizo Cristina Fernández, Mauricio Macri y Alberto Fernández.
¿Y si les hacemos rendir cuentas?
Debe existir un juicio por responsabilidad civil para quienes hacen tanto daño al país y se retiran como si hubieran estado de vacaciones, además de (en un par de años) volver como “salvadores” de un país que ayudaron a fundir.
La democracia para sacarse de encima estas atrocidades que desintegran su objeto, debería implementar el Juicio de Residencia del viejo Derecho Romano, donde al cesar su cargo, se examinaban los actos del gobernante que habían afectado a la Corona, pero también los intereses particulares que habían sido afectados por esas decisiones.
Hoy tenemos en la Argentina, una demoledora de las instituciones como Cristina Fernández, quien además de robarse un PBI, junto con su Ministro de Economía, sepultó a la Argentina en juicios impagables, herencia que deja a las generaciones futuras y sigue en carrera cobrando 9 millones de pesos mensuales, en compensación por sus “buenos oficios” y los de su esposo fallecido.
Tanto ella como su edecán (Kicillof), siguen en funciones y alegando que gracias a ellos el país recuperó su línea de Bandera y sacan pecho de argentinidad por haber desplazado a Repsol “de prepo y sin importar las consecuencias”, para regalarle a La Cámpora la empresa de energía YPF, sin importarle lo que iba a pasar y finalmente pasó: un Tribunal del exterior nos pone de rodillas ante el mundo.
Claro, no son los Tribunales argentinos donde todo se licúa; afuera hay otro mundo, otra justicia y otra concepción de la democracia. Basta mirar a EEUU, democracia imperfecta si la hay, pero sin embargo, un ex presidente como Trump está enjuiciado por gastar 143 mil dólares en una prostituta y falsificar documentos públicos.
En Argentina, la vicecondenada (entre otros muchos) se llevó al país en bolsos a su casa, transita por el peor gobierno de la historia, de la mano de su arlequín Alberto Fernández, sume a la Argentina en la peor crisis (mayor a la del 2001) y sigue en carrera.
Son diferencias sustanciales a la hora de pretender compararnos con el mundo. /Rubén Lasagno (Agencia OPI Santa Cruz)
